Nuestra confesión de fe

 

Votada y Proclamada por la Junta Directiva

en fecha dos (02) de Noviembre, 2019

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NUESTRA CONFESION DE FE

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PREAMBULO

CONSIDERANDO: La importancia histórica que representa la elaboración de una confesión de fe para el crecimiento de la iglesia en su conexión histórica con el corpus de la fe cristiana.

CONSIDERANDO: La necesidad que una confesión de fe implica para la proyección del proyecto logístico que facilite la cohesión de una congregación local.

CONSIDERANDO: El aporte que una confesión de fe procura para que los creyentes puedan tener clara la visión de lo que la iglesia cree y afirma, con el fin de permitir una mejor mecánica para la inserción de los mismos en ella.

CONSIDERANDO: El impacto positivo que genera la confesión de fe para la correcta promoción de la congregación local entre las personas que necesiten conocer de la misma.

Nosotros, reunidos en conjunto, como miembros del liderazgo conjunto de House of Grace/ Casa de Gracia, tras atender a los considerandos pasados, afirmamos lo siguiente:

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TITULO I

SOBRE LAS SAGRADAS ESCRITURAS

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Artículo 1. Su Revelación. Afirmamos que la Biblia es la revelación escrita de Dios al hombre, y de esa manera los 66 libros que nos han sido dados por el Espíritu Santo constituyen la Palabra de Dios plenaria (inspirada en todas sus partes por igual).

Artículo 2. Su Inspiración Divina. Afirmamos que la Palabra de Dios es una revelación objetiva, proposicional, verbalmente inspirada en cada palabra, absolutamente inerrante en los documentos originales, e infalible en su contenido intrínseco.

Artículo 3. Como Regla de Fe. Afirmamos que la Biblia constituye el único estándar infalible de fe y práctica. Entendemos que Dios habló en su Palabra escrita mediante un proceso dual de autoría. El Espíritu Santo guio de tal manera a los autores humanos que, a través de sus personalidades individuales y diferentes estilos de escritura, compusieron y escribieron la Palabra de Dios para el hombre, sin error en el todo o en la parte.    

Párrafo. Afirmamos que, mientras puede haber varias aplicaciones de algún pasaje en particular de la Escritura, no hay más que una interpretación verdadera. Su significado debe ser encontrado al aplicar de manera diligente los correctos métodos hermenéuticos bajo la iluminación del Espíritu Santo. La responsabilidad de los creyentes consiste en estudiar para llegar a la verdadera intención y significado de la Escritura, reconociendo que la aplicación apropiada es obligatoria para todas las generaciones. Sin embargo la verdad escritural está en una posición en la que juzga a los hombres; quienes nunca están en posición de juzgarla.    

Bases Bíblicas: Mt. 5.18; 24.35; Jn. 10. 35; 16.12-15; 17.17; 1 Co. 2.7-15; 1 Ts. 2.13; 1 Co. 2.13; 2 Tim. 3.16; 2 Tim. 3.15-17; Heb. 4.12; 2 P. 1.20-21; 1 Jn. 2.20

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TITULO II

SOBRE DIOS

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Artículo 4. Su Naturaleza. Afirmamos que no hay más que un Dios vivo y verdadero, un Espíritu infinito, que todo lo sabe, perfecto en todos sus atributos, uno en esencia, existiendo eternamente en tres Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo, mereciendo adoración.

Artículo 5. Sus Atributos. Afirmamos que Dios el Padre, la Primera Persona de la Trinidad, ordena y dispone todas las cosas de acuerdo con Su propósito y gracia. Él es el Creador de todas las cosas. Como el único Gobernante absoluto y omnipotente en el universo, Él es soberano en la creación, providencia y redención. Su paternidad involucra tanto su designación dentro de la Trinidad como su relación con la humanidad.

Párrafo. Como el Creador Dios es Hacedor de todos los hombres, pero El únicamente es el Padre espiritual de los creyentes. Él ha decretado para su propia gloria todas las cosas que suceden. El continuamente sostiene, dirige y gobierna a todas las criaturas y a todos los acontecimientos. En su soberanía Él no es ni el autor del pecado ni quien aprueba, pero tampoco anula la responsabilidad de criaturas morales e inteligentes. En su gracia Él ha escogido desde la eternidad pasada a aquellos a quienes ha determinado que sean suyos; salva del pecado por medio de Jesucristo; adopta como suyos a todos aquellos que vienen a Él; y se convierte, al adoptarlos, en Padre de los suyos.

Bases Bíblicas: Gn. 1.1-31; Dt. 6.4; 1 Cro. 29.11; Sal. 103.19; 145.8-9; Is. 45.5-7; Hab. 1.13; Mt. 28.19; Jn. 1.12; 8.38-47; Rom. 8.14, 15; 11.36; 1 Co. 8.4, 6; 2 Co. 6.18; 13.14; Gal. 4.5; Ef. 1. 4-6, 11; 3.9; 4.6; Heb. 12. 5-9; 1 P. 1.17.

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TITULO III

SOBRE JESUCRISTO

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Artículo 6. Su Naturaleza. Afirmamos que Jesucristo, la Segunda Persona de la Trinidad, posee todos los atributos divinos, y en estos Él es igual a Dios, consubstancial y coeterno con el Padre. Sostenemos que Dios el Padre creó de acuerdo con su propia voluntad, a través de su Hijo Jesucristo, por medio de quien todas las cosas continúan existiendo.

Artículo 7. Su Encarnación. Afirmamos que en la Encarnación (Dios hecho hombre) Cristo rindió o hizo a un lado únicamente las prerrogativas de deidad pero nada de la esencia divina, ni en grado ni en tipo. En su Encarnación, la segunda Persona de la Trinidad, existiendo eternamente, aceptó todas las características esenciales del ser humano y de esta manera se volvió Dios-Hombre. Entendemos que Jesucristo representa a la humanidad y deidad en unidad indivisible. Entendemos que nuestro Señor Jesucristo nació de una virgen; que era Dios encarnado; su propósito fue revelar a Dios, redimir a los hombres, y gobernar su Reino.

Párrafo. Afirmamos que, en la Encarnación, la Segunda Persona de la Trinidad hizo a un lado su derecho a todas las prerrogativas de coexistencia con Dios y se atribuyó una existencia apropiada a un siervo mientras que nunca se despojó de sus atributos divinos.

Artículo 8. Su Muerte Expiatoria. Afirmamos que nuestro Señor Jesucristo llevó a cabo nuestra redención por medio del derramamiento de su sangre y de su muerte sacrificial en la cruz y que su muerte fue voluntaria, vicaria, sustitutiva, propiciatoria y redentora.

Párrafo. Afirmamos que debido a que la muerte de nuestro Señor Jesucristo fue eficaz, el pecador que cree es liberado del castigo, la paga, el poder y un día de la presencia misma del pecado; y que él es declarado justo, se le otorga vida eterna, y es adoptado en la familia de Dios. Entendemos que nuestra justificación es asegurada por su resurrección literal, física de los muertos y que El ahora, después de haber ascendido, está a la diestra del Padre, en donde ahora Él es nuestro mediador como Abogado y Sumo Sacerdote.

Artículo 9. Su Resurrección. Afirmamos que en la resurrección de Jesucristo de la tumba, Dios confirmó la deidad de su Hijo y demostró que ha aceptado la obra expiatoria de Cristo en la cruz. La resurrección corporal de Jesús también es la garantía de una vida de resurrección futura.

Párrafo. Afirmamos que Jesucristo regresará para recibir a la Iglesia, la cual es su cuerpo. Entendemos que el Señor Jesucristo es Aquel a través de quien Dios juzgará a toda la humanidad: creyentes, habitantes de la tierra que estén vivos y los muertos incrédulos.

Artículo 10. Su Mediación. Como el Mediador entre Dios y el hombre, la Cabeza de su Cuerpo que es la Iglesia, y el Rey universal venidero, quien reinará en el trono de David; Él es el Juez que tiene la última palabra concerniente a todos aquellos que no confían en El.

Bases Bíblicas: Sal. 2.7-9; Is. 7.14; 9.6; Mi. 5.2; Mt. 1.23, 25; 25.14-46;  28.6; Lc. 1. 26-35; 24.38-39; Jn. 1.1, 3, 14, 29; 5.22-23, 26-29; 10.15, 30; 14.9-10, 19; Hch. 1.9-11; 2.30-31; 17.30-31; Rom. 1.4; 3.24-25; 4.25; 5.8-9; 6.5-10; 8.34; 1 Co. 3.10-15; 15. 20-23; 2 Co. 5.10, 14-15; Ef. 1.22; 5.23; Fil. 2. 5-8, 9-11; Col. 1. 15-17, 18; 2.9; 1 Ts. 4.13-18; 1 Tim. 2.5; Heb. 1.2; 7.25-26; 9.24; 1 P. 1. 18-19; 2.24; 3.18; 1 Jn. 2.1; Ap. 20. 11-15.

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TITULO IV

SOBRE EL ESPIRITU SANTO

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Artículo 11. Su Naturaleza. Afirmamos que el Espíritu Santo es una Persona divina, eterna, no derivada, que posee todos los atributos de la personalidad y deidad incluyendo intelecto, emociones, voluntad, eternidad, omnipresencia, omnisciencia, omnipotencia y veracidad. En todos los atributos divinos y en sustancia Él es igual al Padre y al Hijo.

Artículo 12. Su Dinamica. Afirmamos que el Espíritu Santo ejecuta la voluntad divina con relación a toda la humanidad. Reconocemos su actividad soberana en la creación, la Encarnación, la revelación escrita y la obra de salvación.

Párrafo. Afirmamos que la obra del Espíritu Santo en esta época comenzó en Pentecostés cuando El descendió del Padre como fue prometido por Cristo para iniciar y completar la edificación del Cuerpo de Cristo, el cual es su Iglesia. El amplio espectro de su actividad divina incluye convencer al mundo de pecado, de justicia y de juicio; glorificando al Señor Jesucristo y transformando a los creyentes a la imagen de Cristo.

Artículo 13. Su Obra. Afirmamos que el Espíritu Santo es el Maestro divino, quien guio a los apóstoles y profetas en toda la verdad, conforme ellos se entregaban a escribir la revelación de Dios, la Biblia. Todo creyente posee la presencia del Espíritu Santo quien mora en él, desde el momento de la salvación y el deber de todos aquellos que han nacido del Espíritu consiste en ser llenos (controlados por) del Espíritu.

Artículo 14. Dones del Espíritu. Afirmamos que el Espíritu Santo administra dones espirituales a la Iglesia. El Espíritu Santo no se glorifica a Sí mismo ni a sus dones por medio de muestras ostentosas, sino que glorifica a Cristo al implementar su obra de redención de los perdidos y edificación de los creyentes en la santísima fe. Entendemos, con respecto a esto, que el Espíritu es soberano en otorgar todos sus dones para la certificación del ministerio apostólico en los tiempos primitivos, y para el perfeccionamiento de los santos hoy.

Bases Bíblicas: Gen. 1.2; Sal. 139.7-10; Is. 40.13-14; Jer. 31.31-34; Mt. 1.18; 28.19; Jn. 3.5-7; 14.16-17; 15.26; 16.7-9, 13-14; Hch. 1.5, 8; 2.4; 5.3-4; 28.25-26; Rom. 8.9; 15.13; 1 Co. 2.10-13; 12.4-11, 13; 13.8-10; 2 Co. 3.6, 18; 12.12; 13.14; Ef. 1.13; 4.7-12, 30; 5.18; Heb. 2.1-4; 9.14; 10.15-17; 2 P. 1.19-21; 1 Jn. 2.20, 27.

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TITULO V

SOBRE EL HOMBRE

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Artículo 15. Su Origen. Afirmamos que el hombre fue directa e inmediatamente creado por Dios a su imagen y semejanza. El hombre fue creado libre de pecado con una naturaleza racional, con inteligencia, voluntad, determinación personal y responsabilidad moral para con Dios. Entendemos que la intención de Dios en la creación del hombre fue que este le glorificara, disfrutara de su comunión, viviera su vida en la voluntad divina y de esta manera cumpliera el propósito de Dios para el hombre en el mundo.

Artículo 16. Su Pecado. Afirmamos que en el pecado de Adán al desobedecer la voluntad revelada de Dios y a su Palabra, el hombre perdió su estado de inocencia forense, incurrió en la pena de muerte espiritual y física; se volvió sujeto a la ira de Dios, y se volvió inherentemente corrupto y totalmente incapaz de escoger o hacer aquello que es aceptable a Dios fuera de la gracia divina. Sin poder alguno para tener la capacidad de restauración por sí mismo, el hombre está perdido, sin esperanza alguna. Por lo tanto, la salvación es en su totalidad la obra de la gracia divina por medio de la obra redentora de Jesucristo.  

Artículo 17. Su Depravación Total. Afirmamos que debido a que todos los hombres de todas las épocas de la historia estaban en Adán, se les ha transmitido una naturaleza corrompida por el pecado adámico, siendo Jesucristo la única excepción. Por lo tanto, todos los hombres son pecadores por naturaleza, por decisión personal y por declaración universal; en este sentido, es correcto afirmar: “El hombre no es pecador porque peca; sino que peca porque es pecador”. (1)

Bases Bíblicas: Gn. 2.7, 15-25; 3.1-19; Sal. 14.1-3; Is. 43.7; Jer. 17.9; Jn. 3.36; Rom. 3.9-18; 23; 5.10-12; 6.23; 1 Co. 2.14; Ef. 2.1-3; Col. 1.16; 1 Tim. 2.13-14; San. 3.9; 1 Jn. 1.8; Ap. 4.11. ___________________________________________________________________________

TITULO VI

SOBRE LA SALVACION

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Artículo 18. Su Naturaleza. Afirmamos que la salvación es totalmente de Dios por gracia basada en la redención de Jesucristo, el mérito de su sangre derramada y que no está basada en méritos ni obras del ser humano.

Artículo 19. Regeneración. Afirmamos que la regeneración es una obra sobrenatural del Espíritu Santo mediante la cual la naturaleza divina y la vida divina son dadas. Es instantánea y es llevada a cabo únicamente por el poder del Espíritu Santo a través de la Palabra de Dios, cuando el pecador en arrepentimiento, al ser capacitado por este, responde en fe a la provisión divina de la salvación. La regeneración genuina se manifiesta en frutos dignos de arrepentimiento que se demuestran en actitudes y conductas justas. Las buenas obras serán su evidencia apropiada y fruto, y serán experimentadas hasta el punto en que el creyente se somete al control del Espíritu Santo en su vida a través de la obediencia fiel a la Palabra de Dios. Esta obediencia hace que el creyente sea conformado más y más a la imagen de nuestro Señor Jesucristo. Tal conformidad llega a su clímax en la glorificación del creyente en la venida de Cristo.

Artículo 20. Elección. Afirmamos que la elección es el acto de Dios mediante el cual, antes de la fundación del mundo El escogió en Cristo a aquellos a quienes El en su gracia regenera, salva y santifica. Entendemos que la elección soberana no contradice o niega la responsabilidad del hombre de arrepentirse y confiar en Cristo como Salvador y Señor. No obstante, debido a que la gracia soberana incluye tanto el medio para recibir la dádiva de salvación como también la dádiva misma, la elección soberana resulta en lo que Dios determina. Todos aquellos a quienes el Padre llama a sí mismo vendrán en fe, y a todos los que vienen en fe los recibirá.

Párrafo. Afirmamos que el favor inmerecido de Dios que otorga a pecadores totalmente depravados está relacionado a la sola y única iniciativa divina, a su gracia soberana y misericordiosa, sin relación alguna a cualquiera otra cosa fuera de Él. Entendemos que la elección no debe ser vista como si estuviera basada meramente en la soberanía abstracta. Dios es verdaderamente soberano, pero El ejercita esta soberanía en armonía con sus otros atributos, especialmente su omnisciencia, justicia, sabiduría, gracia y amor. Esta soberanía siempre exaltará la voluntad de Dios de una manera que es totalmente consistente con su  Persona, como se revela en la vida de nuestro Señor Jesucristo.  

Artículo 21. Justificación. Afirmamos que la justificación delante de Dios es un acto divino por medio del cual El declara justos a aquellos a quienes, a través de la fe en Cristo, se arrepienten de sus pecados y lo confiesan como Señor soberano. Esta justicia es independiente de cualquier virtud u obra del hombre e involucra la imputación de nuestros pecados a Cristo y la imputación de la justicia de Cristo a nosotros. Por medio de esto, Dios puede ser “el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús”. Como  ya se ha explicado en otro lugar: “Cristo cargó nuestros pecados en su espalda, aunque no en su corazón; nosotros cargamos, por otra parte, la justicia de Cristo en nuestras espaldas, aunque no en nuestro corazón”. (2)

Artículo 22. Santificación. Afirmamos que todo creyente es santificado (apartado) para Dios por la justificación y por lo tanto declarado santo y por lo tanto identificado como un santo. Esta santificación es posicional e instantánea y no debe ser confundida con la santificación progresiva. Dicho estado tiene que ver con la posición del creyente, no con su vida practica actual o condición.

Párrafo. Entendemos que por la obra del Espíritu Santo también hay una santificación progresiva mediante la cual el estado del creyente es traído a un punto más cercano a la posición que disfruta por medio de la justificación. A través de la obediencia a la Palabra de Dios y la capacidad dada por el Espíritu, el creyente es capaz de vivir una vida de mayor santidad en conformidad a la voluntad de Dios, volviéndose más y más como Jesucristo.

Párrafo. Con respecto a lo dicho en el párrafo anterior, afirmamos que toda persona salva está involucrada en un conflicto diario-la nueva naturaleza en Cristo batallando en contra de la carne- pero hay provisión adecuada para la victoria por medio del Espíritu Santo quien mora en el creyente. No obstante, la batalla permanece en el creyente a lo largo de esta vida terrenal y nunca termina en su totalidad. La erradicación total del pecado no es posible, pero el Consolador provee lo necesario para la victoria sobre el pecado.

Artículo 23. Seguridad de la Salvación. Afirmamos que todos los redimidos, una vez que han sido salvos, son guardados por el poder de Dios y de esta manera están seguros en Cristo para siempre. Entendemos que el privilegio de los creyentes es regocijarse en la certidumbre de su salvación por medio del testimonio de la Palabra de Dios, el cual, no obstante, claramente nos prohíbe el uso de la libertad cristiana como una ocasión para vivir en pecado.

Párrafo. Entendemos que a lo largo del Antiguo y Nuevo Testamento, claramente se llama a la separación del pecado, y que las Escrituras claramente indican que en los últimos días la apostasía y mundanalidad se incrementarán. Creemos que a partir de una profunda gratitud por la gracia inmerecida que se nos ha sido otorgada y debido a que nuestro Dios glorioso es tan digno de nuestra consagración total, todos los salvos deben vivir de tal manera que demostremos nuestro amor reverente a Dios y de esta manera no traer deshonra a nuestro Señor y Salvador. También afirmamos que Dios nos manda a que nos separemos de toda apostasía religiosa y practicas mundanas y pecaminosas.

Párrafo. Sostenemos que los creyentes deben estar separados para nuestro Señor Jesucristo y afirmamos que la vida cristiana es una vida de justicia obediente que refleja la enseñanza de las Bienaventuranzas y una búsqueda continua de santidad.

Bases Bíblicas: Is. 55.6-7; Ez. 18.23, 32; 33.11; Mt. 5.2-12; 11.25-28; Lc. 13.3; Jn. 1.12; 3.3-7, 18-19, 36; 5.24, 40; 6.37-40, 44; 10.27-30; 17.17, 19; Hch. 2.38; 3.19; 11.18; 13.48; 20.32; Rom. 2.4; 3.20, 26; 4.6; 5.9-10; 6.1-22; 8.1, 17, 28-39; 9.11-16, 22-23; 10.9-10; 12.1-2; 1 Co. 1.2, 4-8, 30; 5.9-13; 6.11, 19-20; 12.3; 2 Co. 3.18; 5.21; 6. 14-7.1, 2; 4.5; 7.1, 10; Gal. 5.13, 16-26; Ef. 1.4-11; 2.8-10; 4.22-24, 30; 5.17-21; Fil. 2.11, 12b; 3.12; Col. 2.14; 3.9-10, 16; 1 Ts. 4.3-4; 5.23; 2 Ts. 1.11-12; 2.10-13; 1 Tim. 4.1-5; 2 Tim. 1.9; 2.10; 3.1-5; Tit. 2.11-14; 3.4-7; Heb. 2.11; 3.1; 7.25; 10.10, 14; 12.1-2, 14; 13.5, 12; San. 4.8; 1 P. 1.1-2, 5, 14-16, 18-19; 2.24; 2 P. 1.4-10; 1 Jn. 2.15-17; 3.1-10; 2 Jn. 9-11; Jud. 24; Ap. 22.17.

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TITULO VII

SOBRE LA IGLESIA

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Artículo 24. Su Naturaleza. Afirmamos que todos los que confían en Jesucristo son inmediatamente colocados por el Espíritu Santo en un Cuerpo espiritual unido, la Iglesia, la Novia de Cristo, de la cual Cristo es la Cabeza. Entendemos que su formación comenzó en el día de Pentecostés y será completada cuando Cristo venga por lo suyos.

Párrafo. Sostenemos que la Iglesia es un organismo espiritual único diseñado por Cristo, constituido por todos los creyentes que han nacido de nuevo en la época actual. La Iglesia es distinta de Israel, un misterio no revelado sino hasta esta época.

Artículo 25. Su Organización. Afirmamos que la autoridad suprema de la Iglesia es Cristo y que el liderazgo, dones, orden, disciplina y adoración son determinados por medio de su soberanía, bajo el concepto del sacerdocio universal de los creyentes. Aseveramos la autonomía de la iglesia local, la cual es libre de cualquier autoridad externa o control, con el derecho de gobernarse a sí misma y libre de interferencias de jerarquías.

Párrafo. Asumimos un modelo de gobierno eclesial mixto que combina lo mejor de los estilos presbiteriano y congregacionalista, enfocado en la formación de un equipo pastoral, presidido por la figura del pastor principal y la junta de ancianos, los cuales representarán los intereses de la congregación, tomando decisiones por consenso, y permitirán el acceso de esta a los ministerios que funcionan internamente, entre los cuales debe mencionarse al equipo de los diáconos. Los ancianos participarán en los asuntos administrativos y ministeriales. Creemos escritural que las iglesias verdaderas cooperen entre ellas para la presentación y propagación de la fe. 

Artículo 26. Su Propósito. Afirmamos que el propósito de la Iglesia es glorificar a Dios al edificarse a sí misma en la fe, al ser instruida en la Palabra, al tener comunión, al guardar las ordenanzas y al extender y comunicar el evangelio al mundo entero.

Artículo 27. Su Obra. Asumimos el llamado de todos los santos a la obra del servicio. Entendemos la importancia del discipulado, responsabilidad mutua de todos los creyentes los unos a los otros, como también la necesidad de disciplina de miembros de la congregación que incurran en pecado, de acuerdo a los estándares de la Escritura. Sostenemos que la disciplina eclesiástica tiene como fin la restauración de la persona.

Párrafo. Entendemos la necesidad de que la Iglesia coopere con Dios conforme El lleva a cabo sus propósitos en el mundo. Para ese fin, El da a la Iglesia dones espirituales. En primer lugar, da hombres escogidos con el fin de equipar a los santos para la obra del ministerio, y El también da capacidades únicas y especiales a cada miembro del Cuerpo de Cristo. Creemos en el valor de los dones, entregados por el Espíritu para el progreso de la vida congregacional. Sostenemos que Dios oye y responde la oración de fe de acuerdo con su propia voluntad perfecta, a favor de los enfermos, los que están sufriendo y los afligidos.

Artículo 28. Sus Ordenanzas. Afirmamos que a la iglesia local se le han dado dos ordenanzas: el bautismo y la Cena del Señor.

Párrafo. Bautismo. Entendemos que el bautismo cristiano por inmersión es el testimonio solemne y hermoso de un creyente mostrando su fe en el Salvador crucificado, sepultado y resucitado, su unión con El en su muerte al pecado y su resurrección a una nueva vida. También es una señal de comunión e identificación con el cuerpo visible de Cristo.

Párrafo. Cena del Señor. Entendemos que la Cena del Señor es la conmemoración y proclamación de su muerte hasta que El venga, y siempre debe ser precedida por una solemne evaluación personal. Afirmamos que, si bien los elementos de la Comunión únicamente representan la carne y la sangre de Cristo, figurativamente, la Cena del Señor es de hecho una comunión con el Cristo resucitado quien está presente de una manera única, teniendo koinonia con su pueblo. Sostenemos el carácter conmemorativo del evento y consideramos vital coronar el misterio eucarístico con una celebración de naturaleza festiva.

Bases Bíblicas: Mt. 18.5-22; 28.19-20; Lc. 18.1-6; 22.19; Jn. 5.7-9; Hch. 1.8; 2.1-21, 38-47; 5.11; 15.19-31, 20-28; 20.28; Rom. 6.1-11; 12.5-8; 1 Co. 5.1-13; 10.16, 32; 11.3, 28-32; 12.4-31; 13.1, 8-14.12; 15.51-52, 58; 2 Co. 11.2; 12.6-10; Ef. 1.22; 2.11-3.6; 4.7-16; 5.23-32; Col. 1.18; 1 Ts. 4.13-18; 2 Ts. 3.6-15; 1 Tim. 1.19-20; 3.1-13; 5. 17-22; 2 Tim. 2.2, 15; 3.16-17; Tit. 1.5-16; Heb. 2.3-4; 13.7, 17; San. 5.13-16; 1 P. 4.10-11; 5.1-5; 1 Jn. 1.3; 5.14-15; Ap. 13.13-14; 19.7-8; 22.12.

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TITULO VIII

SOBRE LOS ANGELES

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Artículo 29. Ángeles Santos. Afirmamos que los ángeles son seres creados y por lo tanto no deben ser adorados. Aunque son un orden más alto de creación que el hombre, han sido creados para servir a Dios y adorarlo.

Párrafo. Entendemos que los ángeles no son criaturas que rindan pleitesía al ser humano, ni que este pueda comandarlos, sino que responden a las órdenes directas de Dios.

Artículo 30. Ángeles Caídos. Afirmamos que Satanás es un ángel creado y el instrumento para la entrada del pecado. El incurrió en el juicio de Dios al rebelarse en contra de su Creador, al llevar a multitud ángeles con él en su caída y al introducir el pecado a la raza humana por su tentación de Eva.

Párrafo. Entendemos que Satanás es el enemigo abierto y declarado de Dios y el hombre, el príncipe de este mundo, quien ha sido derrotado a través de la muerte y resurrección de Jesucristo, y que será eternamente castigado en el lago de fuego.

Bases Bíblicas: Gn. 3.1-15; Is. 14.12-17; Ez. 28.11-19; Mt. 4.1-11; 25.41; Lc. 2.9-14; Rom. 16.10; Heb. 1.6-7, 14; 2.6-7; Ap. 5.11-14; 12.1-14; 19.10; 20.10; 22.9.

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TITULO IX

SOBRE LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO

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Artículo 31. Estado Intermedio. Afirmamos que la muerte física no involucra la pérdida de nuestra consciencia inmaterial, que el alma de los redimidos pasa inmediatamente a la presencia de Cristo, que hay una separación entre el alma y el cuerpo, y que, para los redimidos, tal separación continuará hasta la primera resurrección, cuando nuestra alma y cuerpo se volverán a unir y serán glorificados para siempre. Hasta ese momento, las almas de los redimidos en Cristo permanecerán en comunión gozosa con nuestro Señor Jesucristo.

Párrafo. Juicio Final. Sostenemos la resurrección corporal de todos los hombres, los salvos a vida eterna, y los inconversos a juicio y castigo eterno. Entendemos que las almas de los que no son salvos en la muerte son guardadas bajo castigo hasta la segunda resurrección, cuando el alma y el cuerpo serán unidos. Entonces ellos aparecerán en el juicio del Gran Trono Blanco y serán arrojados al infierno, el lago de fuego, separados de la vida de Dios para siempre.

Artículo 32. Segunda Venida. Afirmamos el regreso personal, corporal de nuestro Señor Jesucristo para recompensar a los hombres según sus obras, y que esto constituye la esperanza bienaventurada de los creyentes.

Párrafo. Últimas Cosas. Entendemos que los justos juicios de Dios serán derramados sobre un mundo incrédulo, y que estos juicios llegarán a su clímax para el tiempo del regreso glorioso de Cristo a la tierra. El regresará a la tierra para ocupar el trono de David y establecerá su reinado mesiánico, el cual se caracterizará por la armonía, justicia, paz y rectitud.

 Artículo 33. Consumación Total. Afirmamos que, en la consumación de los tiempos, los salvos entrarán al estado eterno de gloria con Dios, en donde disfrutarán de la comunión con El y con los demás, para siempre, en unos verdaderos “cielos nuevos y tierra nueva”. Nuestro Señor Jesucristo, habiendo cumplido su misión redentora, entonces entregará el reino a Dios el Padre para que en todas las esferas, el Dios trino reine para siempre.

Bases Bíblicas: Dt. 28.15-68; Is. 11; 65.17-25; Jer. 30.7; 31.31-34; Ez. 36.22-38; 37.21-28; Dn. 7.17-27; 9.24-27; 12.1-3; Zac. 8.1-17; Mt. 21.43; 24.15-31; 25.31-46; Lc. 1.31-33; 16.19-26; 23.43; Jn. 5.22, 28-29; 6.39; 14.1-3; 17.3; Hch. 1.10-11; 2.29-30; Rom. 8.10-11, 19-23; 11.1-29; 14.10-13; 1 Co. 3.11-15; 15.24-28; 35-44, 50-54; 2 Co. 4.14; 5.8, 10; Ef. 5.5; Fil. 1.21-24; 3.21; 1 Ts. 4.13-5.11; 2 Ts. 1.7-9; 2.7-12; Tit.2.13; 2 P. 3.10; Ap. 6.9-11; 19.11-16; 20.1-15; 21-22. 

EPILOGO

Teniendo en cuenta todos los artículos dispuestos en esta confesión sostenemos que la misma será de dominio público, con el fin de que los lectores externos que deseen conocer con propiedad el credo de nuestra congregación, puedan acceder a ella si desean insertarse a nuestra membresía; además, servirá de plataforma para que otras iglesias locales que deseen cooperar con la presente puedan descubrir si sus confesiones particulares calzan con la presente en todos los aspectos esenciales de los cuales, como expresase Melanchton, “no podemos diferir”. (3) Finalmente, esta confesión servirá como fuerza de cohesión para integrar a los mismos miembros de la congregación, en base a lo que la iglesia confiesa, para lograr limar las desavenencias doctrinales, creando uniformidad y balance entre la presente confesión y los credos particulares de cada miembro.

 

DADA Y PROCLAMADA en la ciudad de Queens, NY, 11369-2248, en la Iglesia House of Grace/Casa de Gracia, sito en 31-55 92nd St. East Elmhurst, New York, hoy día dos (02) del mes de noviembre del año dos mil diecinueve (2019); años 502 de la Reforma Protestante y 7 de la fundación de House of Grace/Casa de Gracia. 

BIBLIOGRAFIA

 

  1. Edwards, Jonathan. Works of Jonathan Edwards. Edimburgo : Banner of Truth Trust, 1979.
  2. LaCueva Lafarga, Francisco. La Persona y la Obra de Jesucristo. Madrid : Clie, 1979. 978-84-7228-471-5.
  3. Gonzalez, Justo L. Historia del Cristianismo, tomo 2. Madrid : Clie, 1994. 1-56063-47-4.

 

Nuestros valores fundamentales

En Casa de Gracia, nuestros valores fundamentales son el cimiento de todo lo que hacemos. Nos guía una profunda Pasión por Dios, una inquebrantable Pasión por su palabra, una ferviente Pasión por su presencia y una desbordante Pasión por las almas. Estos valores definen quiénes somos y cómo servimos a nuestra comunidad.

¿Qué nos diferencia?

En Casa de Gracia, lo que nos distingue es nuestra centralidad, pasión y celo por las Escrituras. Creemos en la predicación expositiva de la palabra de Dios y en su relevancia para la vida diaria. Nuestra dedicación a las Escrituras nos impulsa a profundizar en la verdad y a vivirla plenamente.

¿Cómo podemos ayudarte?

En Casa de Gracia, estamos aquí para ayudarte en tu caminar espiritual. Ofrecemos apoyo en oración, un estudio diligente de la Biblia y un profundo amor a nuestro Señor Jesucristo. Si buscas guía, consuelo o una comunidad de fe, te extendemos una mano amiga.